Anteriormente vimos cómo se producía
y cómo se transmitía la enfermedad. Hoy vamos a ver otros aspectos
interesantes para saber a qué nos enfrentamos cuando hablamos de
Leishmaniosis Canina.
¿Cómo se yo que mi animal está
infectado?.
En la actualidad hay multitud de
técnicas de laboratorio para detectar una infección, siendo las más
habituales las de PRC y ELISA. Afortunadamente disponemos de test
rápidos, que en pocos minutos pueden decirnos si el animal ha
sufrido un ataque por parte del parásito. Estos test son muy
económicos y solo requieren una muestra de sangre. Gracias a la
investigación científica (como en todo) estos test cada vez son más
fiables y rápidos, siendo de gran ayuda para profesionales,
propietarios y por supuesto animales.
¿Y cuándo es la mejor época para
realizar estos tests?.
En octubre y en abril porque el tiempo
de desarrollo de la enfermedad es variable en función del animal y
de esta manera nos aseguramos de que la enfermedad no comience. Con
el control a finales de verano evitaremos el desarrollo de la
enfermedad si se ha contraído en el periodo estival (mayor actividad
del mosquito vector). Si la infección se ha producido pero no se ha
desarrollado la multiplicación del parásito, quedará “oculto”
hasta más tarde, por ello otro test a los seis meses nos asegurará
que la infección en caso de producirse es detectada de manera
precoz.
¿Cómo puedo sospechar que mi perro
está infectado?.
La distribución de la enfermedad en
los perros se produce en dos rangos de edad. El primero en perros
menores de tres años y el segundo en perros mayores de ocho.
Desgraciadamente es una enfermedad con
múltiples síntomas. Estos síntomas pueden no darse
simultáneamente, confundiéndose con otros procesos patológicos.
Los más frecuentes son (**) :
Cutáneos: en el 80% de los casos.
Pelo fino y sin brillo.
Alopecia con descamación (es decir,
zonas sin pelo y caspa).
Úlceras en la piel y zonas mucosas
(boca, nariz, genitales).
Ganglios inflamados: 70 - 80%.
Síntomas generales: 40 – 60%.
Otros síntomas, que aparecen entre el
1% y el 20% de las veces, pueden ser:
Trastornos renales.
Trastornos oculares: inflamaciones de
párpados y mucosas, sequedad, inflamaciones en las cámaras internas
del ojo, glaucoma, inflamación general del ojo e incluso ceguera.
Aumento de tamaño del hígado.
Aumento de tamaño del bazo.
Cojeras.
Dolor muscular.
Diarrea.
Sangrado por la nariz y otros
orificios.
Fiebre.
Color amarillento de la piel y mucosas
(ictericia).
Síncopes (pérdidas de consciencia
momentáneas).
Tos.
Algunos de estos daños son
irreversibles por lo que debemos prestar especial atención al
diagnóstico temprano. Los más graves son los producidos en ojos,
hígado y riñón, pudiendo alterar su función normal de manera,
como decíamos, irreversible.
¿Por qué provoca daños tan variados?
Es un proceso un tanto curioso, ya que
es el propio sistema inmunitario del animal el que al tratar de
luchar contra este parásito provoca los daños en el cuerpo. Digamos
que podrían asemejarse a los daños colaterales producidos en los
conflictos bélicos. El sistema inmune produce unas moléculas que se
unen a los invasores. Estas moléculas se encargan de decir a los
soldados del sistema inmune “¡Eh, están aquí!”. Son una
especie de alarmas, unos chivatos. A estos chivatos los llamamos
anticuerpos. Cuando los chivatos encuentran al invasor y avisan a los
soldados (células del sistema inmune) los soldados disparan sus
armas, produciendo un efecto bombardeo que daña tanto al invasor
como al propio cuerpo. Así existen diferentes zonas dañadas en el
transcurso de la infección. Por un lado existe un daño en las áreas
donde el parásito se multiplica (piel, hígado, intestino, ojos,
riñón, hueso y mucosas) produciendo algunos de lo síntomas
característicos. Y por otro lado encontramos que los invasores que
“huyen” por el torrente sanguíneo unidos a los chivatos
anticuerpos se acumulan en diferentes zonas; como pueden ser los
mismos vasos sanguíneos por donde huyen, los riñones e incluso los
ojos, provocando otros síntomas que nos pueden orientar también en
el diagnóstico.
¿Tiene tratamiento la Leishmaniosis
canina?.
Se ha avanzado mucho en los
tratamientos en los últimos años, empleándose dosis menores y con
más efectividad. Pero siguen siendo tratamientos largos y no exentos
de efectos secundarios.
Si a esto le sumamos que es una
enfermedad que provoca graves daños en órganos vitales, desde aquí
apostamos por la prevención, como casi siempre, y por el diagnóstico
precoz para evitar que el perro pierda calidad de vida debido a daños
permanentes.
¿Cómo podemos prevenir la
enfermedad?.
Antiparasitarios externos: luchamos
contra el mosquito vector.
Control: Procuramos que la enfermedad
no se desarrolle, aun existiendo la infección.
Vacunas (en otro momento hablaremos de
ellas ya que merecen un post aparte.).
Claves:
Proteger al perro contra mosquitos en
las épocas de apogeo (abril-octubre).
Limpiar restos de materia orgánica.
Antimosquitos en el ambiente.
Antiparasitarios sobre el perro.
Test por lo menos una vez al año,
sobre todo si vivimos en zonas de riesgo.
Estar atentos a cualquier síntoma que
pueda presentar nuestro amigo para ponernos sobre alerta y poder
realizar un diagnóstico temprano.
Y de momento eso es todo. Esperamos que
os haya servido de ayuda para tener bien claro qué es la
Leishmaniosis, por qué aparece, qué tiene que ver el mosquito, por
qué es tan importante y cómo manejar la situación.
Para cualquier duda visitad nuestra web
y consultarnos lo que queráis, ¡¡para eso estamos!!.
Fuentes principales:
(*)J. Encinas Aragón, F.J. Fernández
Gómez, M.D. Lasheras Carbajo. F.J. Barbas del Buey LEISHMANIOSIS
CANINA Y HUMANA: UNA VISIÓN DE CONJUNTO .
(**) Lluís Ferrer y Xavier Roura.
SIGNOS CLÑINICOS DE LA LEISHMANIOSIS CANINA