martes, 12 de noviembre de 2013

Leishmania - conociendo la enfermedad (parte 2)

Anteriormente vimos cómo se producía y cómo se transmitía la enfermedad. Hoy vamos a ver otros aspectos interesantes para saber a qué nos enfrentamos cuando hablamos de Leishmaniosis Canina.

¿Cómo se yo que mi animal está infectado?.


En la actualidad hay multitud de técnicas de laboratorio para detectar una infección, siendo las más habituales las de PRC y ELISA. Afortunadamente disponemos de test rápidos, que en pocos minutos pueden decirnos si el animal ha sufrido un ataque por parte del parásito. Estos test son muy económicos y solo requieren una muestra de sangre. Gracias a la investigación científica (como en todo) estos test cada vez son más fiables y rápidos, siendo de gran ayuda para profesionales, propietarios y por supuesto animales.

¿Y cuándo es la mejor época para realizar estos tests?.


En octubre y en abril porque el tiempo de desarrollo de la enfermedad es variable en función del animal y de esta manera nos aseguramos de que la enfermedad no comience. Con el control a finales de verano evitaremos el desarrollo de la enfermedad si se ha contraído en el periodo estival (mayor actividad del mosquito vector). Si la infección se ha producido pero no se ha desarrollado la multiplicación del parásito, quedará “oculto” hasta más tarde, por ello otro test a los seis meses nos asegurará que la infección en caso de producirse es detectada de manera precoz.

¿Cómo puedo sospechar que mi perro está infectado?.


La distribución de la enfermedad en los perros se produce en dos rangos de edad. El primero en perros menores de tres años y el segundo en perros mayores de ocho.

Desgraciadamente es una enfermedad con múltiples síntomas. Estos síntomas pueden no darse simultáneamente, confundiéndose con otros procesos patológicos.



Los más frecuentes son (**) :
Cutáneos: en el 80% de los casos.
Pelo fino y sin brillo.
Alopecia con descamación (es decir, zonas sin pelo y caspa).
Úlceras en la piel y zonas mucosas (boca, nariz, genitales).
Ganglios inflamados: 70 - 80%.
Síntomas generales: 40 – 60%.

Otros síntomas, que aparecen entre el 1% y el 20% de las veces, pueden ser:
Trastornos renales.
Trastornos oculares: inflamaciones de párpados y mucosas, sequedad, inflamaciones en las cámaras internas del ojo, glaucoma, inflamación general del ojo e incluso ceguera.
Aumento de tamaño del hígado.
Aumento de tamaño del bazo.
Cojeras.
Dolor muscular.
Diarrea.
Sangrado por la nariz y otros orificios.
Fiebre.
Color amarillento de la piel y mucosas (ictericia).
Síncopes (pérdidas de consciencia momentáneas).
Tos.


Algunos de estos daños son irreversibles por lo que debemos prestar especial atención al diagnóstico temprano. Los más graves son los producidos en ojos, hígado y riñón, pudiendo alterar su función normal de manera, como decíamos, irreversible.

¿Por qué provoca daños tan variados?


Es un proceso un tanto curioso, ya que es el propio sistema inmunitario del animal el que al tratar de luchar contra este parásito provoca los daños en el cuerpo. Digamos que podrían asemejarse a los daños colaterales producidos en los conflictos bélicos. El sistema inmune produce unas moléculas que se unen a los invasores. Estas moléculas se encargan de decir a los soldados del sistema inmune “¡Eh, están aquí!”. Son una especie de alarmas, unos chivatos. A estos chivatos los llamamos anticuerpos. Cuando los chivatos encuentran al invasor y avisan a los soldados (células del sistema inmune) los soldados disparan sus armas, produciendo un efecto bombardeo que daña tanto al invasor como al propio cuerpo. Así existen diferentes zonas dañadas en el transcurso de la infección. Por un lado existe un daño en las áreas donde el parásito se multiplica (piel, hígado, intestino, ojos, riñón, hueso y mucosas) produciendo algunos de lo síntomas característicos. Y por otro lado encontramos que los invasores que “huyen” por el torrente sanguíneo unidos a los chivatos anticuerpos se acumulan en diferentes zonas; como pueden ser los mismos vasos sanguíneos por donde huyen, los riñones e incluso los ojos, provocando otros síntomas que nos pueden orientar también en el diagnóstico.

¿Tiene tratamiento la Leishmaniosis canina?.


Se ha avanzado mucho en los tratamientos en los últimos años, empleándose dosis menores y con más efectividad. Pero siguen siendo tratamientos largos y no exentos de efectos secundarios.

Si a esto le sumamos que es una enfermedad que provoca graves daños en órganos vitales, desde aquí apostamos por la prevención, como casi siempre, y por el diagnóstico precoz para evitar que el perro pierda calidad de vida debido a daños permanentes.


¿Cómo podemos prevenir la enfermedad?.


Antiparasitarios externos: luchamos contra el mosquito vector.
Control: Procuramos que la enfermedad no se desarrolle, aun existiendo la infección.
Vacunas (en otro momento hablaremos de ellas ya que merecen un post aparte.).

Claves:

Proteger al perro contra mosquitos en las épocas de apogeo (abril-octubre).
Limpiar restos de materia orgánica.
Antimosquitos en el ambiente.
Antiparasitarios sobre el perro.
Test por lo menos una vez al año, sobre todo si vivimos en zonas de riesgo.
Estar atentos a cualquier síntoma que pueda presentar nuestro amigo para ponernos sobre alerta y poder realizar un diagnóstico temprano.

Y de momento eso es todo. Esperamos que os haya servido de ayuda para tener bien claro qué es la Leishmaniosis, por qué aparece, qué tiene que ver el mosquito, por qué es tan importante y cómo manejar la situación.
Para cualquier duda visitad nuestra web y consultarnos lo que queráis, ¡¡para eso estamos!!.

Fuentes principales:

(*)J. Encinas Aragón, F.J. Fernández Gómez, M.D. Lasheras Carbajo. F.J. Barbas del Buey LEISHMANIOSIS CANINA Y HUMANA: UNA VISIÓN DE CONJUNTO .
(**) Lluís Ferrer y Xavier Roura. SIGNOS CLÑINICOS DE LA LEISHMANIOSIS CANINA

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